Productividad para «improductivos»
La mayoría de nosotros tiene una idea muy clara de cómo «debería» lucir una persona productiva. Si no tenemos cuidado, esa imagen podría llevarnos a trabajar sin descanso hasta acabar quemados o a simplemente tirar todo por la borda y decir: «bueno, yo no nací para ser productivo».
Esto es un error.
Todos nosotros podemos (y debemos) ser productivos porque todos nosotros tenemos recursos de tiempo, energía y atención que debemos administrar con sabiduría. Esto no significa que la productividad debe lucir exactamente igual para cada uno de nosotros. ¡Nada más lejos de la realidad! Todos somos diferentes. Tenemos distintas fortalezas y debilidades; diferentes talentos, áreas de responsabilidad, personalidades, condiciones físicas y demás. Sería una locura esperar que la productividad —el uso sabio de nuestro tiempo, energía y atención para la gloria de Dios y el bien de los demás— luzca exactamente igual para cada uno de nosotros.
(Sigue leyendo abajo del video).
Platiqué sobre esto con mis amigos Aixa de López y David McCormick, aprovechando que me invitaron al estudio donde graban su podcast «Religión Pura» (grabamos dos episodios junto a mi esposo Uriel). Les pregunté un poco acerca de sus propias luchas con la productividad (ellos son muy distintos a mí) y de cómo han aprendido a enfrentarlas. La conclusión a la que llegamos es que es vital observar cómo Dios nos creó, para así poder administrar lo que Él nos ha dado con sabiduría, sin intentar copiar lo que otros hacen.
Por supuesto, podemos inspirarnos en los hábitos y las rutinas de otras personas, pero es importantísimo no caer en el error de pensar que tenemos que caminar exactamente igual a ellos para ser una persona «verdaderamente productiva».
Muchos quisiéramos tener una lista precisa de todas las cosas que deberíamos hacer para ser productivos. Pero la vida no funciona así. Dios nos llama a buscar sabiduría. La buena noticia es que Él está dispuesto a llenarnos de ella en abundancia si la pedimos con fe (Santiago 1:5). Pídela y búscala. Observa cómo Dios te creó y camina en tus límites, no tratando de escapar de ellos. Eso te hará verdaderamente productivo.
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