Cómo convertirte en un lector (¡incluye un libro gratis!)
Los libros son parte importantísima de mi vida desde que tengo memoria. No sé por qué nací con un gusto por las palabras, por conocer el mundo a través de las páginas. Mi mamá cuenta que le exigí que me enseñara el sonido de las consonantes cuando en el kínder todavía estaban enseñando las vocales. Pasaba mis recesos del colegio en la biblioteca o dando vueltas por la cancha con la cabeza metida en un grueso volumen (dominé el arte de caminar mientras leo). En mi adolescencia guardaba el dinero que me daban para el almuerzo hasta que tuviera la oportunidad de ir a una librería. Con hambre pero con libros.
Uno no tiene que estar tan loco para convertirse en un lector. De hecho, a veces mi obsesión me hacía una mala lectora. No mala lectora en cuestión de habilidad, sino moralmente mala. Caía en la soberbia (leyendo en el cine porque me hacía sentir superior a los “incultos” que me rodeaban) y en lo absurdo (leyendo a través del cristal de la mesa en lugar de convivir como la gente normal y esperar a después de comer). No, nadie necesita ese tipo de historias para llamarse lector. Uno puede cultivar una vida de lectura, no importa quién sea y de dónde venga. Y no es tan complicado como a veces nos parece.
(Sigue leyendo abajo del video).
Hoy quiero presentarte algo que tiene ya un buen tiempo cocinándose: «Un libro acerca de libros». Escribí los ensayos de cada capítulo para animar a los cristianos a desarrollar el hábito de la lectura para gloria de Dios y para el bien de su prójimo. Puedes descargar el libro electrónico gratuitamente aquí. Te dejo un vistazo al contenido:
No temas a los libros
Lee en oración
Lee por amor al prójimo
Cómo leer más libros
Cómo aprovechar al máximo tu tiempo de lectura
Cómo cultivar la lectura en el hogar
No leas para saberlo todo
Espero que esta lectura te anime a cultivar la lectura (já!). Como complemento, te dejo algunas ideas que debes recordar para perseverar cuando las cosas se pongan difíciles. Todos hemos sentido la emoción al determinarnos a desarrollar un buen hábito y la decepción que viene un tiempo después, cuando es hora de admitir que «fracasamos» (otra vez):
Lo primero que debes entender es que los buenos lectores no tienen súper poderes. No son una especie exótica que solo se encuentra unas cuantas veces en cada generación. Nadie nace sabiendo leer. Es una habilidad que se adquiere, como cualquier otra. Se requiere invertir tiempo —tiempo de calidad— en los libros. No esperarías correr un maratón en tu primera sesión de entrenamiento. Tampoco esperes ser capaz de seguir un argumento complejo durante 40 minutos la primera vez que abres un libro. Si quieres ser un lector, necesitas estar dispuesto a trabajar para convertirte en un lector. Ese es el paso número uno.
Lo siguiente es empezar por algo que te gusta. Leer no es fácil, pero tampoco es una tortura. Algunos raros como yo disfrutaban de la tarea, por lo que asociar la lectura con ella no representa ningún problema. Pero la gente un poquito más normal ha desarrollado cierta aversión por los libros simplemente porque durante muchos años fueron obligados a leer. Rompe esa conexión: puedes disfrutar tu lectura. Seguramente ya tienes temas que te apasionan —como el arte, la historia, los viajes, la comida, el fútbol, el espacio— busca buenos libros de esos temas y úsalos para descubrir lo entretenido que leer puede ser. Procura también convertir el acto mismo de leer en algo agradable. Pon buena música, enciende una vela, ponte cómodo. Muéstrale a tu cerebro que los libros no tienen la culpa de las miserables tardes en las que tratabas de enfocarte (o no quedarte dormido) mientras tus amigos jugaban afuera.
Una vez que vayas agarrando el ritmo, cuídate de no complicar demás las cosas. No tienes que recordar todo lo que lees. Ni siquiera tienes que entender todo lo que lees durante tu primera lectura. C. S. Lewis decía que los buenos lectores son relectores. Así que no te extrañes de tener que regresar una y otra vez a tus libros favoritos. Hay obras que nos acompañan toda la vida. Leer es tener una conversación con el autor. Deja que esa conversación te impacte sin preocuparte por memorizar cada detalle; nadie te va a poner un examen.
Además, persevera recordando que los hábitos no tienen que ser diarios, sino constantes. Para ser un lector no tienes que leer absolutamente todos los días; lo único que necesitas es hacer de la lectura algo cotidiano. Encuentra los ritmos que encajen con tus responsabilidades y no te angusties por leer los 365 días del año.
Finalmente, comparte con otros. Leer no tiene que ser una actividad solitaria. Puedes juntarte con un amigo e ir al parque a disfrutar de sus lecturas individuales. O pueden turnarse para leer en voz alta. Puedes ir a un café para compartir con alguien lo que estás aprendiendo e incluso pedirle que te ayude a ponerlo en práctica. No te quedes con lo que lees; comparte con otros los tesoros que encuentras entre las páginas.
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