Tres razones para estudiar historia de la iglesia
Hace unas semanas terminé mi primer curso en el Seminario: Historia de la Iglesia I.
La Ana de hace quince años se hubiera burlado de mí. Hubiera dicho algo como: «Hay mucho que aprender respecto a cómo funciona el mundo, ¿para qué pierdes tiempo estudiando acerca de lo que ya pasó?». (Ese era, por cierto, el mismo argumento que la Ana adolescente usaba para no leer novelas). Mi desprecio por el estudio del pasado era algo irónico: mi mamá fue maestra de historia por muchos años. (Pensándolo bien, ¿quizá mi desprecio tiene todo el sentido del mundo? ¿Qué dirían los psicólogos?). Mi familia en general se ha inclinado a las humanidades, pero por alguna razón yo siempre preferí las ciencias naturales. Me sentía superior mirando por encima del hombro a aquellos que ignoraban el «verdadero conocimiento» del universo para dedicarse a aprender quién se murió en qué batalla en un país que ya no existe.
La congregación donde crecí, desafortunadamente, no me ayudó a salir de esa mentalidad. La Historia de la Iglesia parecía algo irrelevante para nuestra fe. Por muchos años después de iniciar mi caminar con Cristo, permanecí en una completa ignorancia de lo que había pasado con los cristianos después de Hechos 28. Por supuesto, aprendí que «nosotros estamos escribiendo Hechos 29»... lo que básicamente significó ignorar unos 2000 años de la obra de Dios en el mundo desde que Jesús envió a sus discípulos a predicar el evangelio.
(Sigue leyendo abajo del video).
Estas son tres ideas que quizá te ayudan a reconsiderar el valor de estudiar Historia de la Iglesia:
1. Estudiar Historia de la Iglesia abre nuestros ojos al mover de Dios en el mundo:
Todos los cristianos creemos que Dios está escribiendo una historia de redención que culminará con el regreso glorioso de nuestro Señor. Muchos, sin embargo, parecen pensar (aunque jamás lo dirían en voz alta) que Dios empezó esa historia cuando los rescató de su pecado o cuando fundó la iglesia en la que crecieron. Muchos de nosotros simplemente decimos que «Dios siempre está obrando y sosteniendo a Su iglesia» sin detenernos a apreciar cómo luce esto y qué implicaciones tiene para nosotros hoy. Somos ciegos a lo que Dios ha hecho en culturas y momentos muy distintos al nuestro, y terminamos pensando que si las personas no viven el cristianismo exactamente como nosotros lo estamos viviendo en el Siglo XXI, entonces no lo están haciendo bien. Sufrimos de esnobismo cronológico, como le llama C.S. Lewis, pensando que nuestra era es la mejor simplemente por estar más «adelantada». Somos animados cuando no solo afirmamos con nuestros labios cómo Dios ha obrado desde el principio de la historia, sino que también ponemos atención a cómo lo ha hecho.
2. Estudiar Historia de la Iglesia abre nuestros ojos a la realidad de nuestra limitación y pecado como seres humanos:
Dios está obrando... está obrando en y a través de personas limitadas e imperfectas. Dios está obrando a través de pecadores como tú y como yo. Por defender nuestra fe, el evangelio, muchos de nosotros tenemos el instinto de pretender que en el nombre de Jesús no se han cometido muchas atrocidades. Fingimos que nuestros teólogos favoritos eran siempre tan sólidos como las estatuas que nos ayudan a recordarlos.
3. Estudiar historia de la iglesia nos ayuda a pararnos en hombros de gigantes.
Isaac Newton le dijo a Robert Hooke que si había podido ver más lejos que otros, es porque se había subido a hombros de gigantes. Los que estudiamos y pensamos hoy nos beneficiamos de aprender de los que estudiaron y pensaron ayer. Ignorarlos nos obliga a aprender todo desde cero o a caer en de nuevo en errores que pudieron evitarse (ya saben, el que ignora la historia está condenado a repetirla y todo eso). La teología no se hace en el vacío: hay que descubrir el contexto de lo que se dice, no solo en el texto sino también el del tiempo y el lugar donde el teólogo vivía.
Me encantó llevar esta clase de Historia de la Iglesia y no puedo esperar a seguir aprendiendo. Si quieres meter un pie en el agua, te recomiendo el trabajo de Coalición por el Evangelio y BITE project. Después puedes ir a ver el trabajo de Text and Canon Institute y de Justo González. ¡Disfruta tu estudio!
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