Un paso a la vez

Falta menos de una hora para que termine mi tiempo de trabajo de la mañana. Mi lista de tareas tenía siete elementos. Completé dos y uno lo dejé a medias para empezar con esta nota. No podía más.

Mi instinto ahora mismo es rendirme. Es decir «¿Para qué sigo? Jamás podré completar la lista». Como si completar la lista fuera el objetivo. 

Completar la lista nunca es el objetivo. El objetivo es ser fiel.

A veces soy fiel dando un paso atrás. Yendo a caminar o tomando una siesta antes de retomar el trabajo.

A veces soy fiel perseverando. Poniendo una palabra tras otra aunque lo haga diez mil veces más lento de lo que yo quisiera. 

Para saber cómo debo ser fiel en este instante, necesito sabiduría divina. La buena noticia es que Dios promete dármela: «Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Stg 1:5).

Si no sabes cómo ser fiel ahora mismo, detente y clama por sabiduría. Luego camina, un paso a la vez.

 

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