Deja que cambien los planes
Tienes que estar dispuesto a soltar tus planes. Esto es algo que todo amante de la productividad (incluyéndome) debe escuchar con frecuencia.
Tengo tres días «luchando» con un artículo. He avanzado poco a poco, pero definitivamente no parecía que lo iba a terminar a tiempo (necesito enviarlo mañana). Amanecí con dolor de cabeza y mareos. Después de enseñar casi tres horas —ayer tuvimos un taller— mi cuerpo colapsa y tarda más de una noche en recuperarse.
Así que mi artículo iba lento y la mañana no empezó con la rutina normal. Eran más de las 8:30 AM y todavía no me había levantado de la cama. Mi esposo se encargó de preparar a los niños para el colegio. Yo me encargué de recuperarme y tratar de no sentirme culpable porque mi esposo estaba preparando solo a los niños para el colegio.
Como a las 8:45 fue el momento de la decisión. Ya me sentía un poco mejor… ¿qué iba a hacer ahora? Podía (1) correr y seguir intentando picar piedra con ese artículo difícil o (2) empezar tranquila haciendo mi devocional.
Decidí hacer lo segundo. Me vestí y salí al balcón de mi habitación, con mi Biblia y mi cuaderno de oración. En medio de mi tiempo de reflexión en la Palabra, una idea saltó en mi cabeza. La apunté. Seguí orando. Después me acordé de un artículo que había empezado a idear hacía meses, pero que se había quedado en el aire.
Menos de dos horas después, tenía el primer borrador completo del artículo que enviaré mañana. No tiene nada que ver con el artículo que tengo más de tres días preparando.
No te aferres. Busca sabiduría y suelta cuando sea tiempo de soltar. Dios tiene cuidado de ti.
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