No «hagas tiempo» para Dios. Dale tu vida.
Hay una frase común entre los cristianos que he escuchado por años sin prestarle demasiada atención: «haz tiempo para Dios». Recientemente, sin embargo, estas palabras han despertado algo nuevo en mí. Me molestan.
Podría parecer un poco extraño, ya que soy cristiana —considero a Dios lo más importante en mi vida— y uno de mis temas favoritos es la productividad. Gran parte de lo que publico en Internet tiene que ver con el tiempo y cómo lo utilizamos.
(Sigue leyendo abajo del video).
Por un lado, comprendo que utilicemos la expresión «haz tiempo para Dios». Sé que es fácil que las cosas importantes se pierdan entre las urgentes y que necesitamos iniciativa para vivir de acuerdo a lo que decimos valorar. Por supuesto, parte importante de nuestra vida cristiana es la lectura de la Biblia, la oración, el participar en una comunidad de iglesia local, etcétera. Esas cosas no van a suceder por accidente. Debemos estructurar nuestro día de manera adecuada para darles su lugar.
Pero por otro lado, me parece que la expresión raya en la ofensa a Dios. Imagínate, hay que dignarnos a «hacer tiempo» para el Señor del cielo y de la tierra. Hay que considerar «hacer tiempo» para el Creador del universo, el Soberano sobre todo lo que vemos y lo que no podemos ver. Debería darnos temor conformarnos con «hacer tiempo» para Él en nuestras apretadas agendas. Le debemos nuestra existencia. ¿Cómo podríamos hacer menos que entregársela de vuelta?
Lo más increíble de todo es que, aún así, como somos, Él nos amó. Y a pesar de todas nuestras fallas, a pesar de que una y otra vez viviéramos como si nos perteneciéramos a nosotros mismos, Él nos sigue amando.
«Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación», Romanos 5:8-11.
Dios es Dios. Él quiere y merece absolutamente todo de nosotros. Dios no quiere media hora de tus mañanas antes de que agarres el teléfono. Dios no quiere una hora de estudio bíblico. Dios quiere todo de ti. Quiere que vivamos de cara a Él, en su presencia, considerándolo como Señor, en todo lo que hagamos: en nuestro hogar, oficina, colegio, iglesia, vecindario. Para el cristiano, cada minuto debe ser tiempo para Dios.
Después de todo, la vida cristiana no es andar como se te dé la gana después de apartar una hora para tu devocional. La vida cristiana es negarte a ti mismo, tomar tu cruz cada día y seguir a Jesús:
«Grandes multitudes acompañaban a Jesús; y Él, volviéndose, les dijo: “Si alguien viene a Mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser Mi discípulo. El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser Mi discípulo”», Lucas 14:25-27.
Dios no quiere que «hagas tiempo» para Él. Dios quiere que le entregues tu vida entera. La buena noticia es que no hay un lugar más seguro dónde colocarla.
«El que habita al amparo del Altísimo
Morará a la sombra del Omnipotente.
Diré yo al Señor: “Refugio mío y fortaleza mía,
Mi Dios, en quien confío”.
Porque Él te libra del lazo del cazador
Y de la pestilencia mortal.
Con Sus plumas te cubre,
Y bajo Sus alas hallas refugio;
Escudo y baluarte es Su fidelidad[…]
Porque en Mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré;
Lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre.
Me invocará, y le responderé;
Yo estaré con él en la angustia;
Lo rescataré y lo honraré;
Lo saciaré de larga vida,
Y le haré ver Mi salvación», Salmo 91:1-4, 14-16.
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