5 cosas que los cristianos científicos quieren que sepas

Este artículo fue publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.

Aunque no he visto a mis compañeros de la universidad en años, con frecuencia recuerdo nuestras conversaciones con mucho cariño. Estudiábamos ciencias químico-biológicas y nos resultaba imposible dejar la microbiología en el laboratorio. Los virus, bacterias, hongos, y parásitos nos fascinaban; cuando nos reuníamos fuera del salón de clases siempre terminábamos hablando del maravilloso mundo que existe bajo el microscopio.

Esto es inevitable para cualquier estudiante de ciencias. El cosmos es apasionante. La naturaleza despierta nuestro asombro, porque fue hecha justamente para eso (Sal. 19:1).

Sin embargo, nuestras conversaciones universitarias probablemente no hubieran despertado el sentido de asombro de alguien que no estudiara microbiología. Más bien parecía que estábamos hablando en otro idioma. Para muchos científicos sigue siendo difícil encontrar en “el mundo real” a alguien dispuesto a escuchar sobre lo que les apasiona. Esto ocasiona que la gente de ciencia deje la charla de ciencia para los colegas. Con el resto del mundo, incluyendo a los hermanos de la iglesia, hablamos de cualquier otra cosa.

Esto no tiene que ser algo malo. No se trata de escuchar durante horas al físico teórico de tu iglesia para aprender todo sobre el movimiento browniano. Simplemente se trata de amarnos mejor. Y para amarnos mejor necesitamos conocernos mejor… ¡incluyendo, por supuesto, conocer mejor las cosas que más nos apasionan!

(Sigue leyendo abajo del video).

Por esta razón, le escribí a mis amigos cristianos y científicos para preguntarles lo siguiente: ¿Qué te gustaría que tus hermanos de la iglesia supieran acerca de la ciencia? Estas fueron algunas de sus respuestas.

1) La ciencia no está peleada con la fe

Por mucho tiempo se ha propagado la historia de que la ciencia y la religión están en conflicto. Se nos ha hecho creer que tenemos que elegir entre pensar y creer. Esto es un error.

Dios nos ha llamado a cuidar de su creación y explotar su potencial (Gn. 1:28). La ciencia es una de las herramientas más poderosas para hacer esto. ¡Y el Señor se deleita en ello! En su soberanía, Dios usa una y otra vez las manos y mentes humanas para cumplir Sus propósitos… esto incluye las manos y mentes de los científicos.

Confiar en Dios no significa despreciar la ciencia. Creer en el mundo espiritual no significa rechazar el mundo físico. Dios nos ha dado mentes con las cuales podemos adorarle (Mt. 22:37). Podemos hacerlo mientras meditamos en las verdades del libro de Romanos y mientras examinamos la composición de una hermosa roca ígnea.

2) Estudiar nos lleva a adorar

Estudiar ciencias produce un sentido de asombro inevitable. Cada científico debe decidir hacia dónde dirigirá esta admiración. Algunos admiran el universo. Otros admiran las leyes que gobiernan el cosmos. Los cristianos científicos van más allá; los cristianos científicos admiran a Dios.

Los cristianos que estudian ciencias no lo hacen meramente para satisfacer su curiosidad (¡aunque ciertamente son curiosos!). Los cristianos científicos estudian para adorar. Cada experimento revelador, cada vistazo bajo el microscopio, y cada ley expresada en una elegante fórmula matemática es un destello de la gloria de Aquel que puso todo el universo en movimiento.

Que la pasión por la creación no te resulte extraña. En realidad, para el creyente que estudia ciencias, esa pasión es una pasión por el Creador.

3) No creemos que la ciencia lo explica todo

Es cierto que hay científicos naturalistas que piensan que la ciencia puede explicar todas las cosas (o que llegará a hacerlo algún día). Pero, aunque cueste trabajo creerlo, estos científicos son una minoría. La mayoría de las personas que se dedican a estudiar el cosmos comprenden las limitaciones del método científico para explicar la realidad.

Los cristianos científicos no creen que la ciencia puede explicar o entender todas las cosas. Por definición, la ciencia moderna es el estudio de los fenómenos naturales. Su campo de estudio se limita al universo físico… a lo que podemos observar y medir. Cosas como la belleza, la moral, y el amor van mucho más allá de ese campo de estudio.

Así que los científicos cristianos (y muchos científicos no cristianos) no ven la ciencia como la solución para todos los problemas de la vida. Es una herramienta maravillosa, pero no ofrece la respuesta a las preguntas más importantes: ¿Por qué todo en vez de nada? ¿Para qué estoy aquí en la tierra? ¿Existe Dios? ¿Cómo es Él? Para todo eso, los cristianos científicos —como el resto de los cristianos— van a la Biblia.

4) Somos curiosos, no (necesariamente) rebeldes

Las personas que estudian ciencias desean saber cómo funcionan las cosas. Igual que a los niños pequeños, al científico le encanta preguntar “¿por qué?”. Después de todo, su trabajo es encontrar respuestas.

Esta necesidad de entender no se queda dentro del laboratorio. El científico preguntará por qué al leer la Biblia, al escuchar un sermón, y al ser confrontado por algo que hizo o dejó de hacer. Para alguien que no está acostumbrado a las preguntas, el simple deseo de entender mejor las cosas podría parecer una actitud desafiante o rebelde.

Por supuesto, los científicos (como cualquier otro ser humano) pueden tener actitudes subversivas que deben ser confrontadas con la verdad en amor. Sin embargo, es importante que la iglesia sea un lugar de refugio para el que está buscando respuestas. No seamos prontos para interpretar como rebelión aquello que puede ser una pregunta genuina.

5) La ciencia nos ayuda ser mayordomos sabios

La ciencia nos lleva a entender mejor el mundo en que vivimos. Si bien es cierto que podemos tener conocimiento sin sabiduría, también es cierto que no podemos tener sabiduría sin conocimiento.

Si Dios nos ha llamado a someter la tierra y ejercer dominio sobre sus criaturas (Gn. 1:28), necesitamos comprender cómo funcionan la tierra y sus criaturas. ¿Cuál es la mejor forma de labrar la tierra? ¿En qué consiste el ciclo del agua? ¿Qué pasa si aplico esta planta sobre la herida de un animal? La ciencia nos ayuda a responder mejor estas preguntas.

La Palabra de Dios es la que debe guiarnos al momento de tomar decisiones respecto a cómo usar el entendimiento que hemos obtenido. Después de todo, que podamos hacer algo no significa que debamos hacer algo. Es crucial, sin embargo, que reconozcamos el papel que tiene la ciencia para ayudarnos a cumplir nuestra misión como buenos mayordomos del mundo de Dios.

Conclusión

Los cristianos científicos son parte importante del cuerpo de Cristo. Su trabajo no es menos espiritual que el de los demás. Ellos adoran a Dios y sirven a su prójimo desde el laboratorio, el hospital, o el salón de clases. Tenemos mucho que aprender de ellos y, al mismo tiempo, muchas formas en las que podemos ayudarlos a crecer.

Recibamos con brazos abiertos a aquellos que están tan maravillados por la creación que no pueden evitar glorificar al Creador. Su perspectiva nos dará vistazos increíbles de la gloria de Dios, así como herramientas para cultivar la creación y amar a nuestro prójimo como nunca antes.

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CienciaAna Ávila