¿No puedes soltar tu teléfono?

Las cosas en las que invertimos nuestro tiempo y atención transforman nuestro cerebro; aquello que contemplamos transforma la manera en la que pensamos y vivimos. ¿Por qué? Porque nuestro cerebro posee una capacidad asombrosa para adaptarse a su entorno y aprender. ¡Esto es una buena noticia! Cada momento es una oportunidad para nutrir nuestra mente y crecer en entendimiento. 

La buena noticia se arruina, sin embargo, cuando invertimos nuestro tiempo y atención en aquello que no nos hace florecer, sino más bien nos marchita. La cosa se pone peor cuando lo que nos marchita también nos hipnotiza para volver una y otra vez. No importa lo terrible que nos haga sentir otro atracón de Instagram o YouTube, es difícil resistirse a tomar el teléfono de nuevo y seguir consumiendo hasta que nos duelan los ojos.

¿Por qué? Una de las respuestas es la dopamina. 

(Sigue leyendo abajo del video).

En «Generación dopamina», Anna Lembke nos explica qué sucede en nuestros cerebros cuando nos exponemos a sustancias o comportamientos altamente dopaminérgicos (que generan mucha dopamina en el cerebro). 

 Lembke es psiquiatra, experta en adicciones, y tiene un mensaje muy serio para todos nosotros: dejemos de pretender que somos superiores a los alcohólicos o drogadictos que luchan con el consumo compulsivo de una sustancia… no somos tan diferentes. Aunque, claramente, la adicción al alcohol o a las drogas no es lo mismo que usar el teléfono todo el día, la realidad es que muchos de nosotros vivimos esclavos a ciertos comportamientos y sustancias, aunque no queremos admitirlo. Buscamos placer sin descanso —desde en las redes sociales hasta en la pornografía y desde en la comida procesada hasta la marihuana— sin darnos cuenta de que, irónicamente, las sustancias y los comportamientos en los que buscamos satisfacción constante nos acaban destruyendo e impiden que disfrutemos de las cosas buenas que nos rodean cada día.

Estas son algunas de las frases que resalté en mi lectura de «Generación dopamina». Espero que te animen a leer este importante libro:

«El smartphone, el teléfono inteligente, es la aguja hipodérmica de hoy, que administra dopamina digital las veinticuatro horas de día, los siete días de la semana para una generación conectada» (p. 11).

«Como escribió el filósofo y teólogo Kent Dunnington: “Las personas con adicciones severas se encuentran entre esos profetas contemporáneos que ignoramos en nuestro propio perjuicio, porque nos muestran quiénes somos realmente”» (p. 12).

«La adicción, en sentido amplio, es el consumo continuo y compulsivo de una sustancia o un comportamiento compulsivo —juegos de azar, videojuegos, sexo—, que no cesa a pesar del daño que causa a la propia persona y/o a otros» (p. 25).

«La paradoja es que el hedonismo, la búsqueda de placer por sí mismo, conduce a la anhedonia, que es la incapacidad de experimentar placer de cualquier tipo» (p. 67).

«Aunque los cambios cerebrales son permanentes, podemos encontrar nuevas vías sinápticas para generar comportamientos saludables» (p. 74).

«Los pacientes que cuentan historias en las que suelen ser las víctimas, y que rara vez se responsabilizan por los malos resultados, a menudo se encuentran mal, y continúan estando mal. Están demasiado ocupados culpando a otros como para dedicarse al asunto de su propia recuperación. En cambio, cuando mis pacientes comienzan a contar historias que describen con precisión su responsabilidad, sé que están mejorando. […] Incluso cuando verdaderamente hemos sido víctimas, si la narrativa nunca va más allá de la victimización es difícil que se produzca un cambio positivo» (p. 195).

 

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