¿Qué significa orar sin cesar?

Mira a tu alrededor. Si estás leyendo esto, es casi seguro que vives una vida rebosante de privilegios. Probablemente no eres millonario y (como todo el mundo) enfrentas diversas dificultades en el hogar o el trabajo, pero eso no significa que te faltan cosas por las cuales agradecer. Pocos de nosotros podemos negar la abundancia que llena nuestras vidas, especialmente si la comparamos con lo que las personas tenían disponible hace unos cuantos siglos. 

Tengo techo, alimento, vestido, medicinas, drenaje, libros, múltiples dispositivos con conexión a Internet y hasta un perrito que puedo sacar a pasear en el parque de la colonia. Tengo más de lo que merezco y necesito. Probablemente tú también. A pesar de ello, me quejo. Suelo ser pasar por alto lo mucho que tengo y enfocarme en lo que quisiera tener. Probablemente tú también.

Es triste reconocer lo rápidos que somos para ignorar nuestras bendiciones. Esto incluye una de las bendiciones más maravillosas de todas: la bendición de la oración.

En Cristo Jesús, tú y yo tenemos acceso —en todo tiempo y todo lugar— al Ser más sublime del Universo. El Creador del cielo y de la tierra está cerca de nosotros, inclinando su oído y atento. Él desea escuchar las alegrías, tristezas, preocupaciones y decepciones de nuestro corazón. Pero nosotros callamos. ¡No puede haber tragedia más grande!

(Sigue leyendo abajo del video).

Investigando para mi próximo libro, me topé con el sermón «Pray Without Ceasing» [Oren sin cesar] de Charles Spurgeon. Te dejo mis frases favoritas. Espero que las palabras del Príncipe de los Predicadores te confronten (como me confrontaron a mí) para dejar de menospreciar el enorme privilegio que tenemos de ser escuchados por el Dios que nos ama.

Clama a Dios, con tu voz y sin ella.

«Dado que se nos insta a orar sin cesar, y sin embargo no podríamos orar con la voz ininterrumpidamente, está claro que el lenguaje audible no es esencial para la oración. Podemos pronunciar mil palabras que parecen ser una oración y, sin embargo, nunca orar; por otro lado, podemos clamar eficazmente en el oído de Dios y, sin embargo, no decir una palabra».

Ora por lo que haces y, si no puedes, no lo hagas.

«No tengas nada que ver con aquello sobre lo que no puedas pedir la bendición de Dios; si Dios no puede bendecirlo, puedes depender de que el diablo lo ha maldecido. Puedes consagrar con la oración  todo lo que sea correcto que hagas. Que esto sea un seguro criterio y prueba para ti: si sientes que sería un insulto a la majestuosidad del cielo pedir la bendición del Señor sobre lo que te proponen, entonces aléjate de esa impiedad. Si Dios no lo aprueba, tampoco debes tener comunión con ello».

Nunca seremos tan maduros que no necesitemos orar.

«Así como respiramos sin cesar, así debemos orar sin cesar. Del mismo modo que no hay logro en la vida, ya sea de salud, fuerza o vigor muscular, que pueda liberar a alguien de la necesidad de respirar, ninguna condición de crecimiento espiritual o avance en la gracia permitirá a alguien prescindir de la oración».

Si no tienes ganas de orar, ora.

«Si tu corazón está frío en la oración, no contengas la oración hasta que se caliente; más bien, ora tu alma hasta que se caliente con la ayuda del siempre bendito Espíritu que ayuda nuestras debilidades».

No te olvides de la ora-cción.

«Que todas tus acciones sean coherentes con tus oraciones y, de hecho, una continuación de tus oraciones».

Huye de lo que te distrae de la oración.

«Si sabemos que cualquier asunto del cual podamos escapar tiende a perturbar el espíritu de la oración en nosotros, evitémoslo con empeño. Tratemos, tanto como sea posible, de no desviarnos de la oración. El objetivo de Satanás será distraer la mente, desviarla de su camino, desviar su objetivo, pero resolvamos ante Dios que no nos apartaremos de seguirlo de cerca».

Sí tienes tiempo para orar, ¡siempre!

«Si no tenemos tiempo, debemos hacer tiempo, porque si Dios nos ha dado tiempo para deberes secundarios, también nos ha dado tiempo para los primarios, y acercarnos a Él es un deber primario; no debemos permitir que nada lo relegue a un segundo plano».

¿La oración es una tarea pesada? ¡Examina tu corazón!

«Cuando la oración es un acto mecánico y carece de alma, se convierte en esclavitud y cansancio; pero cuando es verdadera oración viva, cuando el hombre ora porque es cristiano y no puede dejar de orar, cuando ora por la calle, ora en su trabajo, ora en casa, ora en el campo, cuando su alma entera está llena de oración, entonces no puede tener demasiada oración».

 

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