Cómo escribir tus oraciones

La verdad no tenía idea de cómo empezar esta nota. Cuando comparto el hecho de que muchas de mis oraciones son por escrito, las personas suelen pedirme que cuente más al respecto… pero no sé bien qué decir. Es muy sencillo: tomo mi cuaderno, un bolígrafo y me pongo a escribir lo que hay en mi corazón para el Señor. Mis palabras hacia Dios, eso es la oración. Puede ser con la voz, con los pensamientos o en el papel. No tiene mucha ciencia.

Aquí se hubiera acabado la nota, pero le pedí a mis amigos de Patreon que hicieran preguntas más específicas para compartir sobre este tema. Aquí se las respondo brevemente.

(Sigue leyendo abajo del video).

¿Cómo empezaste a escribir tus oraciones?

Al principio de mi caminar con Cristo, la oración individual me parecía muy incómoda. Hablar en voz alta con Dios en una pequeña casita que casi nunca estaba vacía se sentía extraño. Cuando empezaba a orar, las palabras por se me acababan muy rápido. A los pocos minutos estaba perdida, sin saber qué había dicho ya y qué quería seguir diciendo. Por varios años luché, disfrutando mi vida de oración en comunidad mucho más de lo que disfrutaba la oración individual, pero igual perseverando en ella con torpeza.

Un día mi hermana me regaló un bonito cuaderno de bolsillo que yo quería usar pero no sabía para qué. Por alguna razón decidí empezar a escribirle a Dios (sospecho que la belleza del arte de la portada me inspiró a hacerlo). Desde ahí no me he detenido de poner mis oraciones en el papel. Me sentía protegida entre las páginas; el mundo entero parecía desaparecer mientras le derramaba mi corazón a Dios en tinta. No importa dónde estuviera, podía aprovechar cualquier momento del día para orar sin llamar la atención. Me encantó.

¿Escribes todas tus oraciones?

No, por supuesto que no. También oro en voz alta (individualmente y en comunidad) y en mi corazón. Escribir me ha ayudado a fortalecer mi vida de oración en general; orar en voz alta ya no es tan difícil para mí como lo era en mis primeros años de cristiana. 

Orar por escrito es una herramienta y no debe limitarnos. Somos llamados a «orar sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17), tengamos papel a la mano o no.

¿Oras por escrito solo en tu devocional o en todos lados?

En todos lados, pero en cuadernos diferentes. Tengo un cuaderno más grande que permanece en mi escritorio y un cuaderno de bolsillo que va conmigo a todos lados.

¿Cómo eliges qué orar por escrito?

No hago muchos cálculos: cuando tengo ganas de orar por escrito oro por escrito, cuando tengo ganas de orar en mi mente oro en mi mente, cuando tengo ganas de orar en voz alta oro en voz alta. Hay días en que no pongo ni una sola palabra en el papel y hay otros días en que escribo un montón de cosas por todos lados.

Cuando estoy frustrada o muy alegre, suelo orar más en voz alta, porque la mano no va tan rápido como la revolución interior. Cuando estoy triste, noto que tiendo a escribir más. Pero nunca me detengo a “elegir” el medio. Simplemente fluyo.

¿Tengo que escribir todo lo que pienso?

No “tienes que” nada. Escribe (o no) lo que quieras.

¿Tienes tiempo establecido para orar por escrito? ¿No te duele la mano? ¿Es lo mismo que escribir las peticiones de oración?

No x 3

¿Cuándo hay que dejar de orar por escrito?

De nuevo, no “tienes que” nada. Yo recomendaría orar por escrito mientras te funcione para cumplir el mandamiento de orar sin cesar. Si te estorba más de lo que te ayuda, no lo hagas. Si no lo disfrutas, no lo hagas. Si estás más preocupado por “hacerlo bien” que por derramar tu corazón al Señor, no lo hagas.

¿A quién le recomiendas orar por escrito?

Lo recomiendo para las personas que tienen demasiadas cosas en la cabeza y no saben poner en orden sus ideas. También puede servirles a aquellos que les da pena o les resulta incómodo levantar su voz en oración (lo cual se debe trabajar, no hay que quedarse con la pena por siempre, pero orar solo por escrito es mejor que no orar nada).

Si tu vida de oración ya es maravillosa y no te llama la atención poner palabras en el papel, pues no lo hagas.

¿Qué hago si “no me funciona”?

Quizá no es lo tuyo. Pero quizá también tienes una idea extraña de qué significa que “funcione” una oración.

«Enséñales a medir el valor de cada oración por su eficacia para provocar el sentimiento deseado, y no dejes que lleguen a sospechar hasta qué punto esa clase de éxitos o fracasos depende de que estén sanos o enfermos, frescos o cansados, en ese momento».[1]

La efectividad de nuestras oraciones no se basa en las emociones, sino en lo que Cristo Jesús hizo en la cruz por nosotros. No pierdas eso de vista.

[1] Lewis, C.S.. Cartas del diablo a su sobrino (p. 27). Ediciones Rialp, S.A.. Edición de Kindle. 

 

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Vida CristianaAna ÁvilaComentario