Dios no te necesita, pero se deleita en usarte
Hace unos días me preguntaron en Instagram que, si creo en la predestinación… ¿para qué oro? Es una pregunta común: ¿Cómo encajan nuestras obras con la soberanía de Dios?
Los cristianos no podemos negar que «nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place» (Sal 115:3). Nos llena de paz saber que «Él es quien cambia los tiempos y las edades; Quita reyes y pone reyes» (Dn 2:21). Cantamos con el salmista: «La salvación es del Señor» (Sal 3:8).
Al mismo tiempo, Dios nos manda a actuar. La Biblia nos llama a andar en santidad (1 Pe 1:16). A suplir las necesidades de nuestro prójimo (Mt 25:34-40). A orar (1 Ts 5:17). A hacer discípulos (Mt 28:19-20).
¿Por qué?
Porque aunque Dios no nos necesita para cumplir sus propósitos, Él se deleita en usarnos para cumplir sus propósitos. Es un Padre que se regocija en que le pidamos, aunque ya conoce nuestra necesidad (Mt 7:11; Sal 139:4). Es un Salvador que ha determinado usar la locura de la predicación para rescatar a los suyos (1 Co 1:21).
Dios ha preparado buenas obras para ti esta semana (Ef. 2:10). Él quiere usar tu vida para glorificarse y para bendecir a tu prójimo. Deléitate en aprovechar el tiempo, la energía, la inteligencia, la atención y todos los otros recursos que Dios te ha concedido, sabiendo que Él tiene cuidado perfecto sobre todo y que Su voluntad permanecerá.
¿Vas a procurar caminar en las buenas obras que Dios ha preparado para ti? ¿Te regocijarás en ser parte de lo que Dios está haciendo, incluso en lo más cotidiano?
«Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31).
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