Cómo iniciar un grupo de lectura con gente que no lee
Leer en grupo es una excelente manera de fomentar el hábito de lectura entre tus amigos y conocidos. De hecho, es una de mis estrategias favoritas para leer más y sacar mayor provecho de mis lecturas. Si la idea también te emociona, quizá has intentado armar un grupo en tu casa o en alguna cafetería… y te has topado con un ligero problema.
Todos lo hemos visto. Cada miembro del nuevo grupo de lectura empieza con mucho ánimo. Pero por alguna razón, para la segunda sesión nadie leyó nada. Empiezan las excusas: “Tengo mucho trabajo”, “Se me olvidó”, “El libro se me perdió”, etc. A la tercera sesión las personas empiezan a cancelar. Para la quinta reunión te encuentras solo con tu libro en mano. Lo sé, yo he estado ahí… puede ser bastante desalentador.
(Sigue leyendo abajo del video).
La forma más común de hacer un grupo de lectura es que se elija un libro y se divida en secciones para leer durante la semana y discutir el día de la reunión. Si nadie lee en casa, juntarse a charlar no tiene mucho sentido… no habrá mucho que decir.
Por buenas intenciones que tengan, a muchas personas se les dificulta leer de manera constante. Cuando se trata de grupos de lectura, es común que los miembros se rindan después de atrasarse un poco, avergonzados porque sienten que seguramente son los únicos con ese problema.
Un pequeño ajuste
Pero no todo está perdido. A veces lo único que se necesita es un pequeño ajuste. Nadie dice que tu grupo de lectura tiene que ser como el clásico grupo de lectura. ¡Puedes hacer los cambios que quieras para ayudar a tus amigos a desarrollar el hábito de la lectura!
Existe una manera muy sencilla de crear un grupo de lectura para gente que no lee: ¿Qué tal si eliminamos la necesidad de leer entre semana? ¿Qué tal si nos reunimos no solo a hablar de un libro, sino a leer?
Eso fue lo que hice con un grupo de jóvenes que tenían deseos de leer más, pero no eran lo suficientemente disciplinados como para comprometerse a leer solos durante la semana. Simplemente les pedí que apartaran una hora y los invité a casa para leer juntos.
Usamos un libro de capítulos cortos y leímos en voz alta, un párrafo cada quien. No nos tomaba más de quince minutos terminar la sección de la semana. Después de nuestra lectura en conjunto, todavía teníamos bastante tiempo para discutir lo que acabábamos de leer.
¿Ves lo fácil que es?
A diferencia de en los grupos de lectura tradicional, donde cada quien lee en su casa, en nuestro grupo las ideas del autor estaban mucho más frescas en la mente de todos. También teníamos oportunidad de platicar en el acto sobre las inquietudes que surjían mientras todos leíamos juntos.
Esta estrategia es ideal para personas que apenas están empezando a desarrollar el hábito de la lectura. Será muy poco práctica para leer recursos densos y extensos, pero ¿quién dijo que un libro tiene que tener 300 páginas para ser de provecho?
Estoy segura de que las personas que no leen que formen parte de tu grupo serán animadas a hacerlo, ya que tendrán una comunidad con la que compartir de manera flexible y relajada.
Necesitamos crear más espacios en donde la lectura no sea tratada como algo exclusivo para gente “súper intelectual”. Todos podemos ser buenos lectores, lo más difícil es empezar.
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