No esperes la perfección

Hay un parque muy agradable justo a la vuelta de mi casa. Me encantaría ir ahí ahora mismo y escribir desde allá. Pero estoy aquí en la oficina, con un «ojo en el gato y otro en el garabato», poniendo estas líneas en la pantalla mientras mis pequeños miran televisión un rato. Sé que no tengo mucho tiempo. Aunque no es mi manera ideal de trabajar, haré lo que pueda con lo que tengo hoy y escribiré.

Quizá la próxima semana sea distinto. Cuando los chicos vuelvan al colegio tendré más espacio para caminar tranquilamente por el parque y sentarme a escribir entre los árboles. Pero hoy no es ese día y eso está bien.

¿Cuántas veces nos hemos detenido de hacer lo que debemos y podemos hacer solo porque las circunstancias no son perfectas? En todo caso, ¿¡qué significa que las circunstancias sean perfectas?! Si estuviera en el parque, seguramente tendría frío (corre bastante viento) y estuviera manchada de lodo (ha estado lloviendo mucho). El corazón humano siempre está buscando algo más. Se nos olvida que nada fuera del Señor puede satisfacer nuestro corazón, por maravilloso que luzca en nuestra imaginación.

La buena noticia es que el Señor siempre está cerca. Él puede llenar nuestro corazón de paz y gozo en este instante, independientemente de las circunstancias en las que nos encontremos.

Así que pon tus ojos en Dios y camina.

Deja de esperar que todo sea perfecto y mira al Perfecto.

 

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ProductividadAna Ávila