Cómo moderar un grupo de lectura y no morir en el intento
Una excelente manera de crecer en la disciplina de la lectura es buscar a otras personas que también quieran leer más. Como dice Eclesiastés, “mejores son dos que uno” (Ec. 4:9-12). Si eres propenso a dejar tus libros a medias, ser parte de un grupo de lectura será una excelente manera de motivarte a perseverar.
Con todo, si realmente queremos sacar el máximo provecho de un grupo de lectura, no basta con meramente formar parte. Hay algunas cosas que puedes hacer para que el tiempo que pasen juntos sea aún más fructífero. Estos consejos te ayudarán a que los miembros aprendan lo más que puedan unos de otros en cada reunión.
1. Define tu propósito.
Tu grupo de lectura debe tener un propósito establecido, y todos los asistentes deben tenerlo muy claro. El propósito general es el compartir y discutir acerca de un libro en específico. Su reunión no es un tiempo para debatir doctrinas controversiales, compartir peticiones de oración, o promover eventos. Todas estas cosas pueden ser muy buenas, y tienen su lugar. El grupo de lectura no es ese lugar.
Establece el propósito del grupo y recuérdalo a los miembros cada reunión.
2. Mantén la conversación en el tema.
Aunque crucial, definir el propósito de la reunión no siempre será suficiente para que el grupo se mantenga encaminado.
Tal vez una pequeña sección del libro resulta controversial y termina ocupando gran parte de su tiempo juntos. Quizá te encontrarás con personas que “se van por la tangente” muy seguido, pasando de un tema a otro (y luego a otro, y luego a otro más) sin darse cuenta. Además, probablemente cuentas con un par de personas que no dejan de participar, mientras que hay otros que nunca contribuyen a la conversación.
Como líder de grupo, es importante que estés atento a todas estas situaciones y que ayudes a los miembros a avanzar y mantener el curso de la conversación. Tener un bosquejo de los temas principales del libro es útil, así como un reloj a la vista para evitar sorpresas de tiempo. A veces tendrás que interrumpir a alguien; sé amable pero firme. Aquí hay algunas cosas que puedes decir:
Este definitivamente es un tema muy interesante, pero se nos está acabando el tiempo. ¿Qué les parece si lo discutimos al final de la reunión?
Buenas observaciones, (nombre de la persona que habla mucho). ¿Qué opinas tú, (nombre de la persona que habla poco)?
Eso es cierto, (nombre de la persona que se está saliendo del tema), pero no olvidemos que estamos hablando acerca de (tema). (Nombre de otra persona), qué tal si nos compartes una de tus frases favoritas de esta sección.
Otra cosa que debes considerar es el tamaño del grupo. Si hay demasiada gente, no todos podrán participar. Una buena regla es mantenerse dentro de las 10-12 personas.
3. Aprende a hacer buenas preguntas.
Esta es una habilidad crucial que te servirá mucho para mantener la conversación fluyendo. En su libro Ni un paso atrás, Cole Brown nos recomienda hacer preguntas que “guían al grupo naturalmente hacia el propósito deseado, y son lo suficientemente amplias como para tener más de una respuesta ‘correcta’ pero lo suficientemente específicas como para que nadie tenga que ser un experto para responderlas”.
También nos aconseja evitar a toda costa las preguntas cerradas (que se pueden responder solo con un “sí”, “no”, o alguna otra frase simple), las preguntas sin enfoque (“¿Cómo han estado?”), y las preguntas demasiado abiertas (“¿Qué piensas de la doctrina bíblica de la elección?”).
Haz preguntas que sean específicas al tema del libro, pero que permitan que varias personas puedan desarrollar sus ideas. Algunos ejemplos:
En esta parte, el autor menciona que el testimonio de los cristianos en Latinoamérica no ha sido el mejor y que muchas veces nos quejamos del pecado de otros sin ver el nuestro. ¿Estás de acuerdo? Si lo estás, ¿podrías compartir alguna situación en donde lo has observado? Si no lo estás, ¿por qué?
¿Qué opinas de la propuesta del autor de utilizar salmos para guiar tu oración?
El autor dice que el trabajo no es fruto de la caída, sino para lo que fuimos hechos. ¿Cómo te confrontó esa idea?
Si surge una inquietud a la que nadie puede ofrecer respuesta, no te avergüences de decir “No sé, ¿qué les parece si lo investigamos para la próxima reunión?”
4. Mantén el contacto fuera del grupo.
La idea de un grupo de lectura no es meramente reunirse una vez al mes para platicar acerca de un libro. El objetivo es formar una comunidad en la que podamos apoyarnos mientras intentamos ser diligentes a la hora de desarrollar el hábito de la lectura.
Motiva a los miembros del grupo a estar en contacto unos con otros a lo largo del mes. Anímalos a compartir sus fragmentos favoritos y sus dudas a través de sus redes sociales o reuniéndose casualmente. Pregúntales acerca de cómo van con su lectura sin hacerlos sentir mal si están atrasados o han faltado al grupo.
5. Desarrolla líderes.
Habrá ocasiones en las que no puedas asistir al grupo. O tal vez ya no quepan en su lugar de reunión y tengan que abrir una segunda ubicación. Es bueno que desde las primeras reuniones observes qué personas demuestran habilidades de liderazgo dentro del grupo de lectura. Nota a aquellos que aportan buenas ideas pero también escuchan con atención a los demás; nota a aquellos a quienes les apasiona el tema de la lectura y tienen hambre de aprender.
Después de que tengas en la mira a un par de personas quienes pudieran ser líderes, pregúntales si les gustaría dirigir alguna de las próximas reuniones del grupo. Comparte con ellos estos consejos y ofrece retroalimentación al final.
Formando comunidades que leen
Los grupos de lectura son una excelente herramienta para crecer en la disciplina de la lectura. Su objetivo es formar una comunidad en la que podamos apoyarnos mientras intentamos ser cada vez más diligentes. Son un espacio en el que podemos compartir y aprender unos de otros.
Espero que los consejos mencionados anteriormente te ayuden a dirigir mejor tu grupo, o te inspiren a crear uno nuevo.
Esta nota fue compartida originalmente en #CoaliciónLee, el grupo de lectura de Coalición por el Evangelio.