Frases favoritas: Las crónicas de Narnia
Si no te has adentrado al mágico mundo de Narnia, ¡no hay tiempo que perder! Espero que esta selección de frases te animen a echar un vistazo dentro del armario y a encontrarte con el increíble Aslan.
El sobrino del mago
“Los niños hacen tonterías a su manera, como es bien sabido, y los adultos también, pero de otro modo” (82).
“Lo que uno ve y oye depende en gran medida del lugar donde esté, y también depende de la clase de persona que uno sea” (132).
“El principal inconveniente de intentar volverse más estúpido de lo que realmente se es, es que muy a menudo se consigue” (133).
“Aslan alzó la peluda cabeza, abrió la boca, y profirió una única y prolongada nota; no muy fuerte, pero llena de poder. A Polly le dio un vuelco el corazón al oírla. Estaba segura de que se trataba de una llamada, y de que cualquiera que oyera aquella llamada querría obedecerla y, lo que es más, sería capaz de hacerlo, por muchos mundos y eras que mediaran” (144).
“ — Vaya, alguien podría haber pensado en la comida — declaró el niño.
— Estoy segura de que Aslan os habría preparado algo si se lo hubierais pedido — dijo el caballo.
— ¿No se le podía ocurrir a él solo? — inquirió Polly.
— Yo no digo que no se le ocurriera — repuso el caballo, con la boca todavía llena — . Pero tengo la impresión de que le gusta que le pidan las cosas” (159).
“En aquel momento Digory supo que todos los narnianos habían oído las palabras y que su historia pasaría de padres a hijos en aquel nuevo mundo durante cientos de años y tal vez para siempre. Sin embargo, no había peligro de que eso lo volviera un engreído, pues ni siquiera pensaba en ello ahora que se hallaba cara a cara con Aslan. En aquella ocasión descubrió que podía mirar directamente a los ojos del león; había olvidado sus preocupaciones y se sentía totalmente complacido” (174).
“Eso no durará mucho tiempo. Pero no puedo decírselo a este viejo pecador, y tampoco puedo consolarlo; por su propia voluntad, se ha vuelto incapaz de oír mi voz. Si le hablo, no oirá más que rugidos y gruñidos” (180).
“Una vida larga con un corazón malvado no es otra cosa que un sufrimiento interminable y ya empieza a darse cuenta de ello. Todos obtienen lo que desean; no a todos les gusta” (184).
El león, la bruja y el ropero
“¡Por supuesto que es peligroso! Pero es bueno. Es el Rey, les aseguro” (77).
“La gente que no ha estado en Narnia piensa a veces que una cosa no puede ser buena y terrible al mismo tiempo. Y si los niños alguna vez pensaron así, ahora fueron sacados de su error. Porque cuando trataron de mirar la cara de Aslan, sólo pudieron vislumbrar una melena dorada y unos ojos inmensos, majestuosos, solemnes e irresistibles. Se dieron cuenta de que eran incapaces de mirarlo” (121).
“Pedro no se sentía muy valiente; en realidad se sentía enfermo. Pero esto no cambiaba en nada lo que tenía que hacer” (125).
“–La Reina de Narnia, Emperatriz de las Islas Solitarias, desea un salvoconducto para venir a hablar contigo –dijo el enano–. Se trata de un asunto de conveniencia tanto para ti como para ella.
–¡Reina de Narnia! ¡Seguro! –exclamó el Castor–. ¡Qué descaro!
–Tranquilo, Castor –dijo Aslan–. Todos los nombres serán devueltos muy pronto a sus verdaderos dueños. Entretanto no queremos disputas” (133).
El caballo y el muchacho
“Y desde luego los dos caballos hacían, si no todo lo que podían, todo lo que ellos creían que podían hacer; lo que no es exactamente lo mismo” (133).
“Mi buen caballo, no has perdido nada excepto tu vanidad. No, no, primo. No eches hacia atrás las orejas ni sacudas las crines ante mí. Si realmente te sientes tan humillado como parecía hace un minuto, debes aprender a atender a razones” (142).
“ — Entonces ¿fuiste tú quién hirió a Aravis?
— Fui yo.
— Pero ¿por qué?
— Niño — respondió la Voz — , te estoy contando tu historia, no la suya. A cada uno le cuento su propia historia, y ninguna otra” (155).
“Tras echar una ojeada al rostro del león saltó de la silla y cayó a sus pies. No pudo decir nada, pero lo cierto era que tampoco deseaba decir nada, y supo que no necesitaba decir nada” (156).
“Entonces Hwin, aunque temblaba de pies a cabeza, lanzó un curioso relincho ahogado, y trotó hasta el león.
— ¡Qué hermoso eres! Puedes comerme si quieres. Prefiero que me devores tú a servir de alimento a cualquier otro” (189).
“— Aslan — repuso Bree con voz estremecida — , perdona, soy estúpido.
— Afortunado el caballo que se da cuenta de eso mientras aún es joven. Y también el humano” (189).
“ — Su majestad tendría todo el derecho a cortarle la cabeza — declaró Peridan — . Un ataque como el que llevó a cabo lo coloca al mismo nivel que los asesinos.
— Es muy cierto — dijo Edmund — ; pero incluso un traidor puede enmendarse. Yo conocí a uno que lo hizo” (205).
“Jamás te burles de un hombre excepto cuando sea más fuerte que tú: entonces, haz lo que quieras” (203).
Aravis también tuvo muchas discusiones (y me temo que también muchas peleas) con Cor, pero siempre terminaban haciendo las paces: así que años más tarde, cuando eran mayores, estaban tan acostumbrados a discutir y a volver a ser amigos que se casaron para poder seguir haciéndolo de un modo más cómodo (210).
El príncipe Caspian
“ — Bienvenida, pequeña — saludó.
— Aslan — dijo Lucy — , eres más grande.
— Eso se debe a que tú eres mayor, pequeña — respondió él” (135).
“— Bienvenido, príncipe — saludó Aslan — . ¿Te consideras capaz de tomar posesión del trono de Narnia?
— No … no sé si lo soy — respondió él — . Soy sólo un niño.
— Estupendo — respondió Aslan — . Si te hubieras sentido capaz, ello habría sido prueba de que no lo eras” (195).
“ — Desciendes de lord Adán y lady Eva — respondió el león — . Y eso es honor suficiente para que el mendigo más pobre mantenga la cabeza bien alta y vergüenza suficiente para inclinar los hombros del emperador más importante de la tierra. Date por satisfecho” (206).
La travesía del viajero del alba
“Mataba de un modo muy piadoso, también, ya que podía matar a un animal con un golpe de la cola de modo que éste ni siquiera se enteraba de que lo habían matado (y presumiblemente sigue sin saberlo)” (102).
“— Pero ¿quién es Aslan? ¿Lo conoces?
— Bueno, digamos que él me conoce a mí” (111).
“Sería agradable, y bastante cierto, decir que «desde aquel momento en adelante Eustace fue un chico distinto». Pero si hay que ser estrictamente precisos deberíamos decir: «empezó a ser» un chico distinto, pues padeció algunas recaídas. Todavía hubo muchos días en los que podía mostrarse muy odioso; pero la mayoría de ellos no los reseñaré. La curación había empezado” (112).
“ — Volveremos a vernos pronto.
— Por favor, Aslan — dijo ella — , ¿a qué llamas «pronto»?
— A todo le llamo pronto — respondió él” (156).
La silla de plata
“En cierto modo, llorar está muy bien mientras dura; pero uno tiene que parar tarde o temprano, y entonces hay que decidir qué hacer” (22).
“ — Me preguntaba si …, quiero decir … ¿no podría ser un error? Porque nadie nos llamó ni a Scrubb ni a mí, ¿sabe? Fuimos nosotros los que pedimos venir aquí. Scrubb dijo que había que llamar a … alguien … era un nombre que yo no conocía … y tal vez ese alguien nos dejara entrar. Y lo hicimos, y entonces en- contramos la puerta abierta.
— No me habríais llamado a menos que yo os hubiera estado llamando — indicó el león” (26).
“Y las señales que has memorizado aquí no tendrán en absoluto el aspecto que esperas que tengan cuando las encuentres allí. Por eso es tan importante saberlas de memoria y no prestar atención a las apariencias. Recuerda las indicaciones y cree en ellas. Nada más importa” (29).
“Como es natural, cuanto más hechizado está uno, más seguro se siente de no estarlo en absoluto” (165).
“ — Es cierto, señor — repuso la voz de Charcosombrío — . Y siempre debéis recordar que hay algo positivo en quedarse atrapado aquí abajo: ahorrará gastos en funerales” (199).
“— Cómo desearía estar en casa — dijo Jill.
Eustace asintió, sin decir nada, y se mordió el labio.
— Aquí estoy — dijo una voz profunda a su espalda. Se dieron la vuelta y vieron al león en persona, tan brillante y real que todo lo demás pareció al momento pálido y desdibujado comparado con él” (220).
La última batalla
“A Tirian no se le había ocurrido en ningún momento que una de las consecuencias de que un mono creara un falso Aslan pudiera ser que la gente dejara de creer en el auténtico” (83).
“ — Ahora comprendo — declaró Puzzle — que he sido un asno muy malo. Jamás debí haber escuchado a Triquiñuela. Nunca pensé que fueran a ocurrir cosas como ésta.
— Si hubieras pasado menos tiempo diciendo que no eras inteligente y más intentando serlo … — empezó Eustace” (93).
“Al mezclar un poco de verdad en ella habían logrado que su mentira fuera mucho más poderosa” (111).
“ Y la maravilla de las maravillas es que me llamó «Amado», a mí, que no soy más que un perro…” (179).
“Fue el unicornio quien resumió lo que todos sentían. Dio una patada en el suelo con el casco delantero derecho, relinchó y luego dijo: — ¡Por fin estoy en casa! ¡Éste es mi auténtico país! Pertenezco a este lugar. Ésta es la tierra que he buscado durante toda mi vida, aunque no lo he sabido hasta hoy. El motivo por el que amaba la vieja Narnia era porque se parecía un poco a esto. ¡Bri- ji-ji! ¡Entremos sin miedo, subamos más!” (186).
“Y para nosotros éste es el final de todas las historias, y podemos decir verdaderamente que todos vivieron felices para siempre. Sin embargo, para ellos fue sólo el principio de la historia real” (198).