Cómo lidiar con las distracciones mientras lees

Podemos (de hecho, debemos) intentar evitar las distracciones mientras leemos. Pero la triste realidad es que no podremos eliminarlas completamente.

Es fácil lidiar con las distracciones externas: desde desactivar notificaciones hasta encerrarnos en una habitación y poner un letrero de NO MOLESTAR en la puerta. Sin embargo, las distracciones internas son completamente inevitables.

Sucede así:

Tu móvil está en modo avión. Te pones tus audífonos y le das reproducir a tu lista de reproducción favorita de música instrumental en Spotify. Te acomodas en tu sillón y empiezas la lectura…

De repente, recuerdas que tienes ropa en la lavadora. Se te ocurren tres cosas por añadir en la lista del súper. El autor recomienda un libro y necesitas agregarlo a tu lista de próximas lecturas. Recuerdas que mañana tienes una junta importante y no te has preparado.

Tus ojos siguen las palabras pero tu mente está en otro lado. Luchas con todas tus fuerzas por concentrarte, pero no puedes ponerle freno a tus pensamientos.

Está bien. A todos nos pasa. Ignorarlo no es la solución.

Lidiar con las distracciones es más sencillo de lo que parece. Lo único que necesitas es un lápiz y un pedazo de papel.

1. Reconoce tu distracción:

De nada sirve pretender que no estás preocupado por el pendiente que acaba de surgir en tu mente. Incluso si intentas ignorarlo, tu subconsciente seguirá aferrado a él y no podrás concentrarte como deberías.

2. Acepta que no necesitas detenerte ahora mismo:

Si ya trataste de ignorar la distracción y no funcionó, probablemente intentarás convencerte de que necesitas terminar con ese pendiente en este instante. No es cierto.

A menos que tu pendiente sea rescatar a alguien que está ahogándose con un pedazo de pollo en la garganta, no necesitas dejar de leer ahora mismo. Esa llamada puede esperar. Nadie notará si tardas 20 minutos en responder ese correo electrónico. El mundo no acabará si pones a secar la ropa en un rato más.

Respira profundo y recuerdaesto puede esperar.

3. Anótalo y déjalo ir:

Quizá tu distracción es algo importante, quizá no lo es. No importa. Ahora mismo no tienes tiempo de tomar esa decisión. Una vez que hayas reconocido tu distracción y aceptado que puede esperar, apúntala en tu pedazo de papel y sigue leyendo.

Lo creas o no, registrar tus pendientes ayuda a tu cerebro a soltarlos. Apuntar las ideas que vienen a tu mente te da la seguridad de que no las olvidarás y podrás lidiar con ellas después. Tu cerebro es libre para continuar tranquilamente con lo que estás haciendo.

No caigas en la trampa de las “distracciones productivas”. Por provechosas que suenen, siguen siendo distracciones… aunque sean distracciones de lectura: buscar a X autor recomendado o encontrar la página de Wikipedia de cierto concepto interesante (lo que, seamos honestos, nos adentra en un agujero sin fondo de artículos de Wikipedia). Puedes apuntar todo esto junto al resto de tus distracciones.

Quizá hay una palabra que no conoces, pero esto sucede muy raras veces y casi nunca es necesario buscarla para entender la idea general del autor. En la mayoría de los casos, el contexto te proveerá la información que necesitas para seguir leyendo.

Al finalizar tu lectura, revisa las anotaciones que has hecho y decide cuáles son importantes y cuáles no. Descubrirás que muchas cosas que te llamaron la atención hace 10 minutos ahora no parecen tan relevantes. Puede ser que hayas recordado un pendiente importante que realmente debes agregar a tu lista de tareas; hazlo. Puede que incluso hayas encontrado alguna idea interesante que discutir con un amigo; ¡genial!

Toma el control de tu tiempo de lectura. Tú puedes hacer que realmente sea un tiempo de lectura, en lugar de un tiempo en el que eres arrastrado por las ideas que atraviesan tu cerebro aleatoriamente.

Solo necesitas lápiz y papel.

Ana Ávila