Sé mediocre y domina el hábito de la lectura

Ya estamos en febrero, ¿cómo vas con tus propósitos de año nuevo? A estas alturas del partido, la mayoría de nosotros empezamos a desistir de aquello que iniciamos con tanta emoción el primer día de enero.

Así que aquí estoy para animarte otra vez.

Este es mi consejo: Sé lo más mediocre que puedas.

Cuando determinamos nuestros propósitos de año nuevo, solemos ser bastante idealistas: “¡Voy a bajar 10 kilos!”; “¡Leeré 30 libros!”. Empezamos con mucho ánimo, pero esa motivación nos dura muy poco. Para mediados de enero empezamos a holgazanear y en febrero decidimos que quizá 2020 será nuestro año.

Por eso no me gustan mucho los propósitos de año nuevo. Prefiero los hábitos de año nuevo. Esas actividades que puedes realizar todos los días para acercarte un poco más a ser la clase de persona que quieres ser.

No tienen que ser actividades complicadas. De hecho, si quieres lograr grandes cosas, tienes que empezar siendo mediocre.

Yo uso esta estrategia a la hora de escribir. La página en blanco me sigue aterrorizando. Así que soy mediocre y establezco una meta de 50 palabras cada día. Cuatro oraciones. Eso es todo.

De hecho, ahora mismo estoy cumpliendo con mis 50 palabras de hoy. Fue un día terrible. De esos en que quieres hacerte bolita en la cama y ver series hasta quedarte dormido. Escribir es lo último que quiero hacer en este momento. Pero saber que solo tengo que escribir 50 palabras para continuar mi racha hace que poner palabras en el papel sea mucho menos intimidante. De hecho, creo que ya superé las 50 palabras. Sí, lo hice. Y podría continuar.

Así es como logré escribir un poquito hoy, y eso es mejor que no haber escrito absolutamente nada. Mi “mediocridad” hizo posible que este artículo llegará a ti más pronto de lo que lo hubiera hecho si yo simplemente hubiera escuchado a mi desánimo y me hubiera acostado a dormir.

Sé una tortuga

Todos conocemos la historia de la tortuga y la liebre. Y, a pesar de eso, en enero todos queremos parecernos a la liebre. Nos preparamos para correr a toda velocidad, pero en lugar de distraernos por nuestra arrogancia, simplemente se nos acaba la batería. Nos gana el desánimo.

¿No sería mejor ser como la tortuga, lenta pero segura?

Piensa en el objetivo de lectura más ridículo que se te ocurra. ¿1 minuto? ¿Tres páginas? ¿Dos párrafos? ¿Sentarte en el sillón y abrir el libro? No importa. Por pequeño que sea considéralo una victoria. Pero obtén esa victoria ridícula todos los días.

Como la tortuga, verás que tus pasos pequeños y lentos pero firmes y continuos te harán llegar a la meta.

Libros, ProductividadAna Ávila