Ordena un pequeño espacio

Tenía meses con el desorden del armario de mi oficina dando vueltas en mi cabeza. Verás, en general, mi lugar de trabajo luce bastante limpio y ordenado… pero ese armario. Un desastre.

Después de posponerlo unas veinte veces, ayer puse manos a la obra. No fue tan terrible como esperaba. Fueron un par de horas de sacar, sacudir, separar y reacomodar… un par de horas que valieron la pena.

Ya no hay un desastre en mi armario.

Doné las cosas que ya no necesitábamos.
Tiré las cosas que ya no servían.
Organicé en un lugar visible las cosas que enriquecen nuestras vidas.

«Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar» es un cliché por una buena razón. Funciona.

Tener pocas cosas (para que cada una pueda tener su lugar) y saber dónde debe ir cada una hace toda la diferencia a la hora de mantener tus espacios organizados. Dejarás de mover las cosas de un lado a otro y llamar a eso «ordenar». Los más pequeños de tu casa sabrán dónde poner sus zapatos (no debajo del sofá). Los más grandes sabrán dónde dejar sus llaves y lentes de sol (no en la mesa del comedor).

Pruébalo.

Quizá hay una repisa en tu oficina que ya ni sabes para qué sirve. Tal vez hay un cajón en tu closet que se desborda de ropa cada vez que intentas abrirlo. Puede ser que tu carpeta de documentos en la computadora no tenga ni pies ni cabeza.

Saca.
Separa.
Dona.
Tira.
Ordena.

Encuentra un lugar para cada cosa. Después, cada día, coloca cada cosa en su lugar. No te arrepentirás.

 

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ProductividadAna Ávila