Oops

Ayer olvidé completamente mi reto de 30 días de escritura. No subí ninguna nota. Por la mañana estuve completamente absorta trabajando en el material para mi taller de productividad para estudiantes; por la tarde salí a hacer unas compras y asistí a un taller de filosofía.

Llegué a casa, cené con mi esposo y charlamos un rato. Luego nos preparamos para ir a dormir. Ya estaba en pijama cuando recordé que no había publicado nada. Tampoco había cumplido con mi hábito de lectura diaria (30 minutos).

Mi primer instinto fue saltar de la cama para publicar algo… lo que sea (y quizá de paso también leer). Me resistí. Examiné mi corazón: ¿Por qué quiero publicar?

Por orgullo.

Llevo una buena racha de escritura… no quiero romperla. No quiero tener que explicarle a mis lectores que fallé.

🚩🚩🚩

Antes de seguir mi impulso pecaminoso, recordé el verdadero propósito de mis retos y hábitos: animarme a seguir.

El objetivo de establecer objetivos, retos y hábitos es ayudarnos a continuar cuando nuestras volátiles emociones nos desvíen desviar de hacer esas cosas que hemos sido llamados a hacer. No se trata de «cumplir cueste lo que cueste». ¿Retar mi pereza? Sí. ¿Sacarme de la cama a altas horas de la noche, dejando solo a mi esposo y sacrificando el descanso que necesito para funcionar al día siguiente? No, gracias.

Así que me dormí.

Si te has puesto objetivos, retos y hábitos personales, ¡maravilloso! Que te impulsen a salir de la pereza, sacudir la apatía y perseverar a largo plazo. Pero que no te hagan su esclavo. Eso jamás.

 

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ProductividadAna Ávila