Lee esos libros que te intimidan

Todos tenemos libros que nos asustan. Libros extremadamente gruesos, antiguos, o profundos. Libros que se escapan de nuestras capacidades. Libros que sentimos jamás podríamos leer.

He escrito antes que los buenos lectores no tienen nada de especial. Los buenos lectores simplemente perseveran. Perseveran a pesar de que no tienen ganas de leer. Perseveran a pesar de que sienten que no avanzan. Perseveran a pesar de no entender algunas palabras o conceptos. Perseveran aunque han olvidado mucho de lo que leyeron últimamente.

Es igual cuando nos enfrentamos a libros pesados e intimidantes. No hay una Academia de la Lectura que te conceda un diploma que valide tu capacidad de leer Moby Dick. No hay que solicitar un permiso oficial para leer Institución a la Religión Cristiana. No hay una edad mínima requerida para sentarte a leer una obra de Shakespeare.

Hay libros que tendrás que empezar una y otra vez. Me pasó con Cien Años de Soledad (logré acabarlo en quizá mi quinto intento). Este tipo de libros demandan de ti mucho más de lo que estás acostumbrado a ofrecer. Demandan tu completa atención. Demandan tiempo ininterrumpido. Demandan reflexión. Demandan muchísimo, eso es verdad. La buena noticia es que tú tienes todo lo que esos libros demandan. Solo tienes que estar dispuesto a darlo.

Solo tienes que perseverar.

Sin fórmulas mágicas

Si bien es cierto que existen libros que quizá sea mejor que dejes para después (por ejemplo, de temas demasiado complejos cuyos principios básicos necesites aprender), es importante recordar que para leer no hay fórmulas mágicas. Haz lo que te ayude a perseverar. Quizá será llevártelo muy despacio: apartar 15 minutos al día, aunque te tome 2 años terminar el libro. Otros preferirán invertir horas enteras de lectura en aislamiento, dejando otras actividades en segundo plano por algún tiempo. 

Sea como sea, no sabrás que funciona para ti hasta que tomes ese libro y empieces a leer. No pienses que has fallado si, después de intentarlo algunas veces, no has terminado ninguno de esos pesados volúmenes que sueñas completar. Cuando fracasas es cuando te rindes. El lector que falla es el lector que no persevera más.


Le pregunté a algunos de mis amigos autores —a quienes considero “lectores profesionales”— que compartieran algunas de sus ideas respecto a este tema. No son viejitos jubilados que fuman pipa y viven encerrados en su biblioteca. Ellos trabajan, tienen familia, sirven a sus iglesias, y viven vidas normales, como la tuya y la mía.

Sus respuestas pueden resumirse en una palabra. ¿Adivinas cuál es? 

Persevera.

Emanuel Elizondo:

“Siempre intento estar leyendo un libro difícil de leer. Puede ser un libro teológico, un comentario exegético, o una novela literaria. El cerebro es como un músculo. Hay que ejercitarlo. Cuando uno se concentra y lee detenidamente, la mente se fortalece. Mi único consejo es lee despacio. Tómate el tiempo. Leer un libro difícil es una protesta en contra de nuestro mundo acelerado”.

Josué Barrios:

Las mejores cosas en la vida suelen ser las que más demandan de nosotros. Los buenos libros que son muy largos e intimidantes valen la pena. Tal vez al comienzo no veas cómo puede ser provechoso leerlo, pero recuerda que los escaladores profesionales no consiguen la vista que quieren hasta que llegan a la cima y pueden ver el paisaje desde allí. Recordar esto, y haber sido recompensado anteriormente al leer libros difíciles antes, me ayuda a perseverar en la lectura de ellos. Vale toda la pena del mundo”.

Cole Brown:

“Para enfrentar cualquier reto, lo que más ayuda es la motivación interna. Es decir, vas a tener mucho más éxito con un libro intimidante si estás personalmente convencido de que ese libro tiene mucho para ofrecerte. ‘Quiero leer un libro intimidante’ o ‘quiero presumir de haber leído algo tan impresionante’ o ‘todos dicen que es bueno’ normalmente no son motivos suficientes como para motivarnos a invertir las horas y las fuerzas mentales como para acabar con un libro que nos intimida, ya sea por su tamaño o su contenido. 

Mi consejo principal es que elijas los libros que te ofrecen tesoros que estás muy motivado para obtener, sin importar qué tan básico o complejo sea el libro en sí. Esto hace que no solo tengas el incentivo para seguir leyendo un libro aun cuando es difícil o intelectualmente agotador, sino que también la experiencia sea enriquecedora, lo cual va a servir para animarte la próxima vez que leas un libro difícil”.

José (Pepe) Mendoza:

“Debemos hacer una distinción entre libros que nos superan y libros intimidantes. Los primeros son aquellos que, por su naturaleza, contenido y dificultad, requieren de ciertos conocimientos, habilidades o experiencias que todavía no tenemos. […]

Los segundos son aquellos a los que renunciamos solo porque tienen demasiadas páginas, sus párrafos son densos o su contenido no es muy fácil de digerir. Podríamos decir que renunciamos a su lectura por temor o por falta de disposición a enfrentarlo debido a su dificultad. Creo que un libro de este tipo se enfrenta, en primer lugar, con una decisión general anterior que no está relacionada con el libro en sí. Esa decisión consiste en haberme propuesto que no renunciaría nunca a un libro por su dificultad. Hace muchos años leí que un gran autor desde muy joven tomó la decisión de terminar los libros que empezaba como parte de la formación de su carácter y de su responsabilidad por auto-educarse. Esa decisión la tomé para mí mismo y reconozco que ha sido fundamental en mi formación. En segundo lugar, esos libros se enfrentan prestando mucha atención a aquello que aprenderé cuando lo termine. Si tengo claro que voy a obtener del libro, entonces será más difícil que lo deje por su dificultad. Finalmente,
la cultura contemporánea nos ha hecho creer que las frases cortas, inconexas y triviales son todo lo que necesito para adquirir conocimiento. ¡Nada más equivocado! Necesitamos volver a reconocer que el conocimiento es complejo y que domar esa complejidad es la única manera de madurar en este mundo complicado. Por eso, un libro intimidante se enfrenta cuando he entendido que el verdadero conocimiento solo se obtiene cuando se persiste en oír un argumento, por más difícil que este sea, de principio a fin hasta que lo entienda y lo haga mío”.


Lo más importante de todo es descubrir que el placer de la lectura está en la lectura, no en haber leído. La meta no es añadir un libro más en tu lista de logros. La meta es ser transformado al caminar entre las páginas.

Algunos libros te ofrecerán senderos adoquinados que podrás transitar con mucha facilidad. Otros serán como una jungla misteriosa en la que tendrás que abrirte paso con un machete en mano. 

Detenernos y encontrar el deleite en esos libros pesados no es fácil en un mundo que se mueve a mil por hora. Pero si perseveras, te darás cuenta de que ha valido la pena.

Es imposible cruzar una jungla y seguir siendo el mismo.

Las habilidades requeridas para leer bien no son un gran misterio. Leer bien es, bueno, sencillo (si no es que fácil). Solo requiere tiempo y atención.
— Karen Swallow Prior
LibrosAna Ávila