¿Quieres orar más? Haz este pequeño ajuste
Que levanten la mano los que han dicho «claro que sí, estaré orando por ti» después de escuchar una petición de oración… y jamás oraron.
¿Todos tenemos las manos en el aire? No me quieran engañar.
Es una de las «mentiras cristianas» más comunes. Sí, tenemos las mejores intenciones… el problema es que las oraciones no surgen por arte de magia solo porque tengamos un corazón bien intencionado. Lo que necesitamos es cambiar la estrategia. ¿Qué podemos hacer para no dejar pasar la bendición de orar por el bienestar de los que amamos?
La solución es sencilla: No vuelvas a decir «claro que sí, estaré orando por ti».
Mejor di «claro que sí, oro ahora mismo».
Y hazlo.
Aprendí esto de mi amigo Cole Brown hace varios años. Me cambió la vida. En este tiempo, por alguna extraña razón, tenía la idea de que tenía que esperar a mi tiempo devocional para orar por las peticiones de mis amigos y familiares. ¡Gran error!
La Biblia me llama a orar en todo tiempo. Si tengo espacio para estar charlando o mensajeando con alguien y que me comparta su lucha, tengo tiempo para detenerme y orar por esa lucha. Es mejor orar dos o tres minutos en ese momento que no orar nada por imaginarte que en «algún momento» (que jamás llega) pasarás 15 minutos o media hora clamando por esa situación.
Puedes hacer lo mismo cuando la dificultad de un amigo viene a tu mente. No pienses, «ay sí, pobre Carmen, voy a estar orando por ella». Piensa, «Dios, bendice a Carmen. Fortalécela en medio de esta situación. Llénala de sabiduría para hablar cuando es tiempo de hablar y callar cuando es tiempo de callar. Danos sabiduría como iglesia local para saber acompañarla en esta dificultad. Amén».
Deja de quedarte en las buenas intenciones y ora. Ora ahora mismo.
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